¿Cómo lograr un adecuado equilibrio entre premios y castigos para los niños?

El equilibrio se logra cuando los padres y/ó cuidadores no basan la educación de los menores en estos dos aspectos, es decir, es importante que como adultos comprendamos que aunque los premios y castigos son necesarios y bajo muchas circunstancias generan excelentes resultados, no es la única formar de orientar ó educar a l@s niñ@s, porque cuando esto sucede, se está supeditando forzosamente el comportamiento y la emocionalidad de l@s niñ@s a factores externos; de tal manera que los menores comprenderán que su comportamiento siempre estará determinado por causas ajenas a ellos.

Si como adultos nos limitamos de alguna manera a basar su educación en otorgar un premio cuando realiza una buena acción y un castigo en el caso contrario, limitamos en alguna medida la capacidad de autocontrol, el cual un estudio publicado en la revista Redalyc (Revista Latinoamericana de Psicología) lo define como “el control de comportamiento por parte del propio sujeto mediante el arreglo que él hace de las condiciones y contingencias ambientales”.

En este orden de  ideas, desarrollar el autocontrol en los niñ@s es esencial para no supeditar la educación a un premio o un castigo y para potenciar  su capacidad de tomar decisiones y responsabilizarse de las consecuencias que esto implica.

 

¿Como padres cómo se debe manejar adecuadamente el tema de los logros y los bajos rendimientos de los hijos para no caer en extremos de euforias o frustraciones?

Probablemente mucho adultos consideramos la idea que debemos aprender y enseñar a l@s niñ@s a manejar de alguna forma la frustración y sí, es muy importante, sin embargo también lo es el manejo de los logros.

Los adultos tenemos el compromiso de transmitir valores como: la tolerancia, la equidad,  la cooperación, entre otros, porque cuando dichos valores se han inculcado de forma asertiva se ayuda a l@s niñ@ a fortalecer su tolerancia a la frustración, y cuando ell@s se enfrentan a situaciones como: perder en un juego, escuchar un NO, obtener una mala nota, contaran con las herramientas necesarias para asumirlas desde la co-responsabilidad y podrán enfrentarlas y resolverlas.

Todos deseamos el éxito, y si trabajamos con niñ@s o tenemos hij@s también deseamos que lo alcancen, pero como adultos debemos comprender que no siempre es conveniente  premiar un buen comportamiento o un logro puesto que si l@s ni@s lo hacen cada vez mejor, entonces los adultos nos veremos obligados a mejorar también los premios y cuando no sea posible hacerlo, l@s niños sentirán que no obtienen lo que desean y se frustaran o se “decepcionaran”; a demás, cuando grande habrá aprendido equívocamente que su motivación siempre vendrá de afuera.

 

¿Qué recomendaciones se pueden compartir a padres e hijos para manejar la situación tanto en el éxito como la frustración?

Cuando se trata de una situación de frustración, y considere necesario tomar acciones, primero, no lo aplace (dialogo, castigo, llamado de atención, etc); si se habla de castigo recuerde que este debe ser proporcional a la falta, cumplirlo a cabalidad; no hacerlo en público, explique claramente que es la consecuencia de su comportamiento y no tiene que ver con el afecto, si va llamar la atención o tener un dialogo, utilice un lenguaje claro, ubíquese en una posición que no haga que l@s niñ@ se sientan intimidados y no recurra a las amenazas.

Si por el contrario hablamos de logros, recuerde primero que no todos ellos deben ser premiados, así consideremos que lo merece. Sí se otorga, el logro debe ser significativo, y el premio posterior e inmediato, no siempre un premio implica algo material o dinero, en este orden de ideas; al igual que cuando se trata de un castigo, el premio debe ser proporcional al logro, explique las razones por las cuales lo otorga y tenga en cuenta los gustos y prioridades de l@s niñ@s para escoger el premio.

 

¿Se puede considerar el halago tan contraproducente como el castigo? ¿Por qué?

 

Como se ha mencionado en las explicaciones anteriores el uso frecuente de premios y castigos incorporan en l@s niñ@s la idea que siempre el estimulo, la causa y/o la consecuencia de sus acciones pertenece al exterior, del mismo modo halagarlo de forma habitual generará en ell@s la necesidad de aprobación del otro, esta necesidad determinara de cierta forma su autoestima, es decir que su propia aprobación dependerá siempre de la aprobación de los demás.

Nota:

Algunos padres e incluso, pedagogos, psicólogos, entre otros profesionales, hemos considerado en alguna oportunidad que para hacer que los niñ@s “actúen adecuadamente” necesitan que los adultos responsables de su cuidado ejerzan un rol de autoridad firme donde el direccionamiento asertivo sea la base fundamental para que l@s niñ@ sigan adecuadamente una instrucción, sin embargo a esa consideración le faltan argumentos si se tiene en cuenta aspectos emocionales, historia de vida y las capacidades de los niñ@s. Luego, es más importante que el adulto se revele frente al niño como una figura afectiva que acompaña, fortaleciendo la confianza en si mim@s; protege, generando sensación de seguridad y orienta reconociendo que por sobre todas las cosas su particularidad sin caer en errores como las comparaciones, los reproches, los humillaciones, las ofensas.

 

Liliana Andrea Luna

Psicóloga en CEPAP

Centro especializado en procesos de aprendizaje personalizado.

 

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