De acuerdo con nuestra Psicóloga María Inés Reyes, los padres no han sido preparados para la labor de ser padres, se debe aprender con el pasar de los tiempos y sobre la experiencia. Educar los hijos demanda mucho tiempo y energía, en algunos casos se recurre a malos hábitos para el proceso de su crianza, como los gritos en algunas ocasiones, porque así lo implementaban con ellos cuando pequeños y siempre “funcionó”, – decían las abuelas -, pero hoy en día se ha identificado que gritar a los hijos genera en ellos conductas y comportamientos que no son tan acordes a los esperados por los padres, es decir, adecuadas respuestas o buenos comportamientos.

Al gritar ó elevar el tono de voz, al comienzo puede generar los efectos que el padre o la madre quiere, obediencia, que realice la labor que se le esta solicitando al menor, si esto es muy frecuente el hijo se puede acostumbrar a esa forma de exigencia y pasado un tiempo ya estos gritos no tendrán el efecto esperado por los padres, muy seguramente pasando a métodos mucho más fuertes y autoritarios.

Gritar frecuentemente  puede terminar ocasionando en el hijo un bajo concepto de si mismo, lo que se denomina “autoestima” es decir, su interpretación como niño es que “No me quieren, mis padres me odian” no sentirá que sea un niño o niña amado por sus padres, esto con el tiempo ocasionará comportamientos rebeldes, se convertirá en el hijo agresivo, desafiante y la autoridad en él ya no tendrá el efecto porque le ha perdido respeto, siendo esto la figura que representan sus padres.

Estos comportamientos los ampliará a los entornos en los cuales se integre, la escuela, los amigos, los maestros y se convertirá en el estudiante desafiante, el amigo que golpea; porque todo inició de un modelo que los padres instauraron en él; los padres son el primer modelo de educación de los hijos si ellos gritan y maltratan, igual lo representara el hijo, ya que esa es la forma en la que el niño se aprendido a educarse y se ha acostumbrado, por tanto es el modelo que el replicará.

– ¿Hay diferencias entre los menores que son criados en medio de gritos y quienes no los viven?

Los procesos de crianza determinan como estos menores se desarrollaran y serán los jóvenes y adultos posteriores, esto implica que un niño que ha sido criado con gritos a uno que no lo es, se notara en lo tranquilo y apacible que podrá ser quien no recibe este tipo de crianza.

Será un niño feliz, quien al reproducir su modelo de relacionarse en los entornos que se encuentre, dará un buen trato con quienes se rodea, respetara a sus adultos y cualquier figura de autoridad que trate de dirigir sus comportamientos, los maestros en el ámbito escolar, y principalmente no será un niño triste, alejado de los demás, ni agresivo, se experimentara en él un buen proceso de acomodación a los ambientes en los cuales participe.

María Inés Reyes, Psicóloga egresada de la universidad Konrad Lorenz,  da las siguientes recomendaciones para padres y cuidadores.

Si el niño está fuera de control, se le debe hablar suave, eso calmara su temperamento.

Dejarle un tiempo para que se calme, es lo indicado, no atosigarlo con más exigencias de los adultos.

Permitirle expresar su incomodidad, pero advertirle que lo puede hacer con tranquilidad y así mismo recibirla y darle la respuesta que sea necesaria a su incomodidad.

Gritar daña las buenas relaciones y la convivencia familiar.

Cuando se grita, se está poniendo en evidencia las debilidades de quien lo hace, su falta de control y respeto por los demás.

Los hijos son el reflejo de los padres, cuando no se utiliza los gritos, sino un adecuado tono de voz, se intensifica el vínculo familiar, las buenas relaciones, el respeto, la solidaridad.

Después de todo esto: ¿Consideras que utilizas los gritos como forma de educación con tus hijos? ¿Crees que es conveniente seguirlo haciendo?

 

MARIA INES REYES CASTILLO

UNIVERSIDAD KONRAD LORENZ.

PSICÓLOGA  EN  CENTRO DE APRENDIZAJE CEPAP

 

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